Un Centenario en sombras
Fútbol chileno

Columna de opinión: Un Centenario en sombras

El Cacique cumplió cien años de historia, que no pudo conmemorar como se esperaba.

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Barristas de Colo Colo, Photosport
Barristas de Colo Colo / FOTO: Photosport

El 2025 debía ser un año inolvidable para Colo-Colo. Cien años de historia, de gloria y de pasión popular merecían una celebración a la altura del club más importante de Chile. Sin embargo, lo que debía ser una fiesta del pueblo albo ha terminado en un escenario desolador, manchado por la violencia, la impunidad y las disputas dirigenciales.

Colo-Colo ha sido arrastrado por la cara más oscura del fútbol chileno: barras bravas que se sienten dueñas del estadio, delincuentes infiltrados entre los hinchas, amenazas, enfrentamientos y, lo más doloroso, la muerte de colocolinos en hechos completamente evitables. Basta. El fútbol no puede seguir siendo rehén de estos grupos. No se trata de hinchas, se trata de mafias que deben ser erradicadas con decisión. El club debe levantar la voz, tomar medidas reales y decir con claridad: no los queremos en el estadio, ni en el Monumental ni en ninguna cancha del país.

La respuesta de la Conmebol fue contundente: sanciones, partidos sin público y multas millonarias. Y aunque duela, hay que asumir que el castigo es justo. Colo-Colo no ha estado a la altura del desafío institucional. Se ha permitido por años la presencia de barras violentas, se ha mirado para el lado cuando correspondía actuar, y hoy el precio es un Monumental vacío en pleno Centenario. Triste símbolo del desgobierno que ha permitido que el club se le escape de las manos a quienes deberían protegerlo.

En lo deportivo, el panorama tampoco es alentador. El equipo volvió a tropezar en Copa Libertadores, con actuaciones que reflejan falta de jerarquía y de convicción. La desconexión entre el peso del escudo y el rendimiento en la cancha es preocupante. Y el problema no es solo de los jugadores: es de una dirigencia en constante pugna, de decisiones técnicas erráticas y de un modelo deportivo que parece improvisado. El hincha no pide milagros, pero sí exige respeto por la historia.

Colo-Colo no puede seguir siendo víctima de su propio entorno. El Centenario tenía que ser una oportunidad para unir, para crecer, para proyectarse hacia el futuro. Hoy, esa oportunidad se está perdiendo. Pero aún estamos a tiempo. Este golpe debe marcar un punto de inflexión. Hay que sacar a los delincuentes del estadio, recuperar el orden institucional y devolverle al club el respeto que se ha ido diluyendo. Porque Colo-Colo no les pertenece a ellos. Colo-Colo es del pueblo colocolino, el de verdad. El que alienta, sufre y no se rinde. Ese que sí merece cien años de orgullo.

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