El Alto y la falta de gol (y otras cosas también) le complican el repechaje a Chile
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El Alto y la falta de gol (y otras cosas también) le complican el repechaje a Chile

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Selección de Chile
Selección de Chile / FOTO: Photosport

Siete fechas jugadas. Cinco puntos. Un triunfo. Tres goles a favor. Por más que uno quiera buscarle algo positivo a la participación de Chile en las Eliminatorias, cuesta encontrárselo. ¿El sólido triunfo sobre Perú? Un mínimo esperable. ¿El empate ante Colombia? Lo mejor, pero con un premio exiguo. Lo demás es misérrimo.

El 3-0 sufrido en Buenos Aires no sorprende a nadie, salvo quizás a ese fanático ciego que se aferraba -sin fundamento alguno- a un empate. En un once inicial donde la mejor liga representada era el Brasileirao con un suplente en Mineiro como Eduardo Vargas (otros podrán decir que era el Championship inglés con Marcelino Núñez, pensar en sorprender al campeón del mundo era un engaño a la mente y la lógica.

La derrota, esperable y asumida en la cuenta histórica de puntos, no es relevante para el afán de Chile de meterse de cualquier forma en Estados Unidos-México-Canadá 2026, para evitar la ignominia que significaría quedar fuera de un torneo para ¡48 equipos! que le reserva casi siete cupos a los 10 equipos de la Conmebol, aunque -tal vez, solo tal vez- sea necesaria para despercudirnos de esa temporada en las nubes que vivimos gracias la Generación Dorada e iniciar la reconstrucción desde las cenizas.

"El 3-0 sufrido en Buenos Aires no sorprende a nadie, salvo quizás a ese fanático ciego que se aferraba -sin fundamento alguno- a un empate. En un once inicial donde la mejor liga representada era el Brasileirao con un suplente en Mineiro como Eduardo Vargas"

No, lo peor son otras cosas. Es la insostenible falta de gol que tiene este equipo, que acumula ya siete partidos oficiales sin celebrar y, así, por más buenas que sean las intenciones, es imposible pensar en ganar. Y no se trata de un asunto de puntería, del que podría uno aferrarse a una eventual mejora, sino que son las escasas ocasiones que genera el equipo de Ricardo Gareca. Llegar al área rival se ha transformado en una tarea titánica y eso es una pésima señal. Y así, el cabezazo de Matías Catalán al palo izquierdo de Emiliano Martínez toma ribetes mayores a los debidos.

El 3-0 no sorprende a nadie, pero pega fuerte, porque convierte a Chile en el equipo de peor diferencia de gol de las Eliminatorias (junto a Perú, por ahora), lo que implica una unidad menos a la hora de una potencial igualdad en puntaje.

Los goles recibidos en Buenos Aires y la alarmante problemática que se vislumbra de ser un equipo o de contar con jugadores que permitan algún grado de protagonismo en ofensiva (la defensa, pese a la diferencia negativa, permite cierto amparo), no es lo único que dejó la jornada clasificatoria del jueves, pues el 4-0 de Bolivia sobre Venezuela encendió las luces rojas, no precisamente las mismas que cegaron el criterio juvenil de Jaime “Pajarito” Valdés.

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El elenco altiplánico no solo superó a Chile en la tabla de posiciones, dejándolo penúltimo (con opción de ser último si esta noche Perú vence a Colombia), sino que estrenó su localía en El Alto, un estadio a 4.150 metros que amenaza con transformarse en un poderoso aliado en el afán boliviano de sumar aspiraciones en la “liguilla de los pobres” que disputan los que por ahora solo aspiran al medio cupo del repechaje. Por ahí todavía deben pasar la “Roja” y Paraguay, de los que hasta aquí se espera mucho menos que de los “llaneros”, que fueron arrollados sin misericordia en el partido eliminatorio más cerca del cielo jamás disputado.

Pero hay algo positivo para el mediano plazo. La goleada de Bolivia permite vislumbrar el esperado tambaleo de Venezuela, que podría abrir la batalla de los de abajo por un premio mayor, sumando un pasaje directo al repechaje.

Para aspirar a eso, Chile tiene que mostrarse superior a los rivales que están a su nivel. El 0-0 en el Monumental ante Paraguay no puede volver a repetirse. Este martes, frente a Bolivia, no cabe más que el triunfo. Lo mismo que en la próxima visita a Perú y el recibimiento a Venezuela en Ñuñoa, ambos con cinco días de diferencia en noviembre, luego de en octubre ir a Colombia y jugar contra Brasil en el Nacional. Incluso, un empate en Lima, precioso tesoro en otra ocasión, hoy ya no suena tan bien.

El 3-0 en Buenos Aires, o la derrota por cualquier marcador, era esperable. Lo que se buscaba evitar era la sensación de desazón que invade el siempre festivo ambiente de septiembre. Y así quedamos mirando el frasco medio lleno, con muchas obligaciones por delante, con poco tiempo, con poco material para creer y con la idea de estar frente a un abismo mucho más grande que perderse nuevamente el Mundial.

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