Caminar rápido: el secreto para un envejecimiento saludable y activo
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Caminar rápido: el secreto para un envejecimiento saludable y activo

Caminar a buen ritmo es clave para el bienestar; mejora la salud, previene caídas y aumenta la longevidad, especialmente en personas mayores.

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mujer, perro, sendero, Pixabay
mujer, perro, sendero / FOTO: Pixabay

Estudios recientes demuestran que la velocidad de la marcha puede ser un indicador crucial de nuestra salud funcional y capacidad de envejecimiento saludable. En particular, se ha descubierto que una marcha más lenta puede estar asociada con un riesgo elevado de deterioro cognitivo, enfermedades cardiovasculares y mortalidad entre los adultos mayores de 65 años. Por el contrario, aquellos que mantienen una buena velocidad al caminar no solo demuestran una mejor capacidad funcional sino también una mayor longevidad.

Movimiento y salud: la clave para un envejecimiento activo

La velocidad de caminata se está considerando como un nuevo signo vital, al igual que la frecuencia cardíaca y la presión arterial. Investigaciones recientes indican que una velocidad de marcha inferior a 0,8 metros por segundo puede estar vinculada a un mayor riesgo de fragilidad y problemas de salud significativos. Las pruebas simples para evaluar la marcha, como cronometrar la caminata de una distancia de 4 metros, se están volviendo comunes en el ámbito de la fisioterapia.

Un fisioterapeuta puede contribuir significativamente a este análisis, permitiendo que se identifiquen las áreas que necesitan atención. Este tipo de evaluación es fundamental para que los adultos mayores mantengan o mejoren su independencia y calidad de vida.

Los especialistas coinciden en que el ejercicio multicomponente es la estrategia más efectiva para mejorar la velocidad de la marcha. Entre las modalidades de ejercicio más recomendadas se encuentran:

  • Ejercicios de equilibrio: Estas actividades ayudan a mejorar la estabilidad y prevenir caídas. Ejemplos incluyen caminar en línea recta o mantenerse de pie sobre una pierna durante unos segundos.
  • Ejercicios de flexibilidad: Clave para mejorar la movilidad y reducir el riesgo de lesiones. Movimientos que alivian problemas como el dolor lumbar son especialmente beneficiosos.
  • Ejercicios de fortalecimiento muscular: Estos ejercicios se enfocan en aumentar la fuerza de las piernas, glúteos y espalda. Un ejemplo sencillo podría ser el levantarse y sentarse en una silla.
  • Ejercicio aeróbico: Actividades que mejoran la resistencia, como caminar rápido o practicar marcha nórdica, son recomendadas.

Según las guías de actividad física, los adultos deben realizar al menos 150 minutos semanales de ejercicio aeróbico de intensidad moderada, salvo que existan contraindicciones. Esta intensidad se define como aquella en la que se puede mantener una conversación, aunque con la respiración y el pulso acelerados.

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La caminata en una de las prácticas más saludables - Pixabay

Beneficios del ejercicio regular

Las directrices sobre mantenimiento físico son especialmente útiles para personas con enfermedades crónicas, como condiciones cardiovasculares o metabólicas. En el caso de los ejercicios de fortalecimiento, es recomendable realizarlos entre 2 y 3 veces por semana, enfocándose en los principales grupos musculares. Recientemente, se ha demostrado que realizar ejercicios de menor intensidad con mayor frecuencia puede ser igual de efectivo. Esta estrategia sugiere que hacer ejercicios casi todos los días puede ser una excelente forma de mantener la masa y fuerza muscular.

La disminución de la masa muscular es un proceso natural que ocurre con el envejecimiento y puede impactar negativamente en la movilidad, aumentando el riesgo de problemas de salud y mortalidad. Por ello, el ejercicio diario, incluso en pequeñas dosis, puede ser crucial para mejorar el bienestar general.

Es fundamental que, si alguien no sabe cómo iniciar este proceso o si enfrenta limitaciones, busque la orientación de un profesional. Un fisioterapeuta puede ofrecer guías personalizadas para asegurar que cada individuo pueda adoptar un estilo de vida más activo y saludable.

Con este conocimiento, ahora es posible tomar acciones concretas para optimizar la velocidad de marcha y, por ende, cuidar la salud y funcionalidad en la vida diaria.

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